Poeta en Nueva York, escrit per Federico García Lorca entre 1929 i 1930 durant la seua estança a la Universitat de Columbia (New York) i posterior viatge a Cuba, és probablement uns dels poemaris més influents del passat segle XX. Per la seva temàtica, suposà tota una declaració d'intencions, posant de manifest la injustícia i la
discriminació que genera la societat moderna industrial i capitalista. Publicat per primera vegada el 1940, quatre anys després de la mort del poeta, apareguen simultàniament a Mèxic (Ed. Séneca) i U.S.A. (Ed. Norton, traducït per Rolfe Humphries). Forma un compendi de 35 poemes ordenats segons la edició, donat que no es sap del tot quina fou la decisió concreta de Federico, que no va poder deixar l'obra finalitzada, i que a més, incloïa una sèrie de dibuixos i fotografies. Darrerament, sembla que ja s'ha editat la versió definitiva segons els mateixos escrits originals de Federico, que passaren de mà en mà fins que l'any 2003 va poder quedar-se'ls la Fundación Feredico García Lorca (llegir article El País).
Original de Poeta en Nueva York
Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Fuego de siempre dormía en los pedernales
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.
Aquel viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.
Las rosas huían por los filos
de las últimas curves del aire,
y en los montones de azafrán
los niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.
Es preciso cruzar los puentes
y llegar al rubor negro
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.
Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente,
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.
¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.
¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.
Primer fragment de El rey de Harlem
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